5.5.08

Tierra de Gigantes.


Si la orquestación floral fuese un signo distintivo de las plantas, el girasol sería sin duda el más exuberante de sus tenores. A diferencia del maíz que separó sus flores masculinas de las femeninas para ejercer un cierto derecho a la promiscuidad, la evolución del girasol (Helianthus annus L.) ha generado una composición de órganos reproductivos cuya organización radial es una insólita flor de flores. Los miembros periféricos del disco floral son los únicos que forman un pétalo; al ser estériles, no forman ni polen ni semillas, y se dedican exclusivamente a la atracción de insectos polinizadores. La perpetuidad de la especie la garantizan las flores internas, cuyo patrón temporal de maduración – y la ubicación individual dentro del círculo – puede ser predicha por una perfecta espiral de Fermat (Yeatts FR. Mathematical Biosciences 187(2): 205-221; ver Figura). Si la disposición floral del girasol es similar a la de las otras especies de su familia (las Asteraceas), el espectacular tamaño de sus órganos reproductivos es el excepcional resultado de un proceso de domesticación, que como tributo al sol, fue dirigido por seres humanos que seleccionaron rasgos deseables para su consumo y cultivo.

Durante más de un siglo se había considerado que el girasol es originario del territorio norteamericano, quizá de Tennessee, Kentucky, o Arizona. Así lo indicaba el descubrimiento de semillas milenarias cuya edad - cercana a los 2,300 años – confirmaba la sospecha de que esta planta era desconocida en México antes de la llegada de los españoles. Sin embargo, un reciente artículo publicado por David Lentz (U. de Cincinnati, Ohio) y sus colaboradores muestra que una semilla de girasol descubierta en San Andrés Tabasco (un incipiente asentamiento milenario situado a escasos 5 Kms. del sitio arqueológico de La Venta) tiene al menos 4,600 años de antigüedad, lo que demuestra que el girasol fue domesticado en México (Lentz et al. 2008. PNAS 105:6232-6237). Entre los investigadores participantes se encuentra José Luis Alvarado, del Laboratorio de Paleobotánica del INAH (http://www.arqueologia.inah.gob.mx). Otras semillas milenarias fueron encontradas en la Cueva del Gallo, Morelos. Tienen la forma triangular distintiva del girasol, así como una pequeña cicatriz en la base de la cubierta que solo aparece cuando se desprenden las semillas de una planta domesticada (ver Figura).

El equipo de Lentz también esgrime datos lingüísticos y etnográficos para demostrar que el girasol es de origen mexicano. Cuando una planta domesticada es introducida en una región etno-lingüística tan diversa como el Sureste de México, su denominación verbal hace eco en las diferentes lenguas al adoptar cierta similitud fonética. En el caso del girasol, el nombre que utilizan las comunidades Mixes, Nahuas, Otomís, Popolucas, Huastecas, Seris, Totonacas, Tepehuanas, Tzeltales y Zoques son completamente distintos desde el punto de vista fonético, y en nada se parecen a la palabra “girasol” o “mirasol” de origen castellano. Queda por determinar cuales fueron los principales rasgos genéticos que los antiguos habitantes de México seleccionaron para dar lugar a la más solar de las plantas.

El sitio de San Andrés Tabasco ha resultado ser una verdadera Caja de Pandora para aquellos que se interesan con el origen de la agricultura en Mesoamérica. En este mismo lugar, inmerso en los humedales costeros del Golfo de México, los trabajos de Dolores Piperno (Smithsonian Institute, Washington DC) desembocaron en el descubrimiento de polen y fitolitos del complejo maíz/teocintle que tienen más de 7,000 años de antigüedad, abriendo nuevamente la controversia sobre la ubicación exacta del centro de origen del maíz, y corroborando que los antiguos mesoamericanos esculpieron con un talento desmedido la realidad alimenticia de nuestro presente.

Creditos Fotográficos: UC Davis (fotos a y b) Lentz et al., PNAS 105:6232-6237 (foto c)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuantas especies de plantas tienen su centro de origen en México? Vaya sorpresa con la que me encuentro hoy, al saber en primer lugar el Girasol fue una planta de devoción y culto a dioses, razón por la cual seguramente fue domesticada. Mi segunda impresión es la coincidencia de la espiral de Fermat que describe el arreglo que se establece en el desarrollo del llamado Mirasol, esto me lleva a un tercer pensar: las matemáticas al igual que la biología son inevitablemente omnipresentes y, por otro lado, habla de la astucia en la observación de la naturaleza de un científico. ¿Quien observa mejor la naturaleza, un matemático, un biólogo? En paralelo, recuerdo Pi, en el orden del caos, película dirigida por Daren Aronofsky.

AA2 dijo...
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